Érase una vez un hombre solo, maldito, aficionado a la lectura difícil, gozador de aventuras con mujeres indómitas. Llevaba todas las de perder, ¿no? Pues a él le daba la misma, con tal de poder sentir mejor la vida, ¿ves? Y así se las traía este homúnculo bestial, con esas trazas de garabatero, pero culto vieras tú, de los peores, de los que siembran duda que es cizaña.
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