Bienaventurados los que tropiezan con una idea genial y no son devorados por ella.
Bienaventurados los que mantienen la calma y no apresuran el paso hacia la muerte.
Bienaventurados los que pueblan su cabeza con la simiente de la libertad y siembran su propio bosque, ajeno a miradas extrañas.
Bienaventurados los que saben que son contra la naturaleza.
Bienaventurados los críticos y escépticos, pues ninguna verdad absoluta les espera.