lunes, noviembre 28, 2011

Navego, luego existo

Y cuánta cosa que ocurre ahí en la Red, no?
Sin tiempo, sin más que superficie y símbolo, como todo lo humano, querámoslo o no, como esto... Qué cosa rara saberse humano: Navego por la Red y no hago más que afianzar eso. Superficie y símbolo.

miércoles, octubre 26, 2011

Gabriela...por Neruda

Por ese tiempo llegó a Temuco una señora alta, con vestidos muy largos y zapatos de taco bajo. Era la nueva directora del liceo de niñas. Venía de nuestra ciudad austral, de las nieves de Magallanes. Se llamaba Gabriela Mistral.
Yo la miraba pasar por las calles de mi pueblo con sus ropones talares, y le tenía miedo. Pero, cuando me llevaron a visitarla, la encontré buenamoza. En su rostro tostado en que la sangre india predominaba como en un bello cántaro araucano, sus dientes blanquísimos se mostraban en una sonrisa plena y generosa que iluminaba la habitación.
Yo era demasiado joven para ser su amigo, y demasiado tímido y ensimismado. La vi muy pocas veces. Lo bastante para que cada vez saliera con algunos libros que me regalaba. Eran siempre novelas rusas que ella consideraba como lo más extraordinario de la literatura mundial. Puedo decir que Gabriela me embarcó en esa seria y terrible visión de los novelistas rusos y que Tolstoi, Destines, Chejov, entraron en mi más profunda predilección. Siguen acompañándome.

Homúnculo maldito


Érase una vez un hombre solo, maldito, aficionado a la lectura difícil, gozador de aventuras con mujeres indómitas. Llevaba todas las de perder, ¿no? Pues a él le daba la misma, con tal de poder sentir mejor la vida, ¿ves? Y así se las traía este homúnculo bestial, con esas trazas de garabatero, pero culto vieras tú, de los peores, de los que siembran duda que es cizaña.